En una ceremonia cargada de simbolismo patriótico por el Día de la Independencia, el expresidente Donald Trump firmó este jueves su ambiciosa reforma fiscal conocida como «One Big Beautiful Bill», que entre sus medidas más polémicas incluye un impuesto del 1% a todas las remesas enviadas en efectivo fuera de Estados Unidos.
La ley, celebrada por sus partidarios como un acto de “soberanía financiera”, ha encendido las alarmas entre las comunidades migrantes, especialmente entre quienes dependen del envío de dinero a sus familias en países como México, Guatemala, El Salvador y Honduras.
“Estados Unidos debe proteger sus recursos y sus fronteras económicas. Esta ley es grande, hermosa y necesaria”, declaró Trump durante el acto en la Casa Blanca.
El impuesto se aplicará exclusivamente a transferencias realizadas en efectivo, por giros postales o cheques de caja. Quedarán exentas las operaciones efectuadas mediante cuentas bancarias o tarjetas de débito y crédito emitidas en EE. UU.
El gobierno estima que con esta medida podría recaudar hasta 9 mil millones de dólares entre 2026 y 2034.
Recortes y presupuesto para migración
La ley también contempla fuertes recortes en programas sociales, como Medicaid y asistencia alimentaria (SNAP), al tiempo que asigna 150 mil millones de dólares para reforzar el control migratorio en la frontera sur y aumentar la capacidad del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
La nueva legislación entrará en vigor el 31 de diciembre de 2025, aunque en los próximos meses se definirán los lineamientos operativos del nuevo gravamen.
Diversas organizaciones defensoras de migrantes calificaron la medida de “discriminatoria y punitiva”, mientras que expertos económicos advierten que podría generar tensiones diplomáticas con los países que más dependen de las remesas.
Por su parte, Trump aseguró que esta reforma “marca un antes y un después” en su agenda de recuperación nacional y financiera.