Astrónomos de un consorcio internacional confirmaron esta semana la detección del tercer objeto interestelar conocidoque ingresa al sistema solar, un evento extremadamente raro que vuelve a captar la atención de la comunidad científica global tras los famosos casos de ‘Oumuamua en 2017 y el cometa Borisov en 2019.
El nuevo objeto, provisionalmente denominado «C2025-Q1», fue avistado por primera vez el pasado 27 de junio por el telescopio Pan-STARRS en Hawái. Tras una serie de observaciones orbitales y espectroscópicas, se determinó que el cuerpo celeste tiene una trayectoria hiperbólica, lo que confirma que proviene de fuera del sistema solar y no está ligado gravitacionalmente al Sol.
Características del nuevo objeto
Los primeros análisis indican que el objeto posee una composición mixta de polvo y hielo, con una forma alargada y un núcleo estimado de entre 800 metros y 1.3 kilómetros de diámetro. A diferencia de ‘Oumuamua —cuya naturaleza sigue siendo debatida—, C2025-Q1 presenta una coma visible y una débil cola, lo que lo clasifica tentativamente como un cometa interestelar.
Su velocidad de entrada también ha impresionado a los científicos: viaja a aproximadamente 56 kilómetros por segundo, una velocidad que solo puede explicarse por un origen más allá de la nube de Oort, en los confines del sistema solar o incluso en otra estrella.
¿De dónde viene?
Según datos preliminares de la NASA y la ESA, el objeto proviene de la constelación de Carina, aunque los cálculos para rastrear su trayectoria exacta todavía están en curso. No se descarta que haya sido eyectado de un sistema planetario distante, similar al nuestro, debido a interacciones gravitacionales con un planeta gigante.
Importancia científica
Este hallazgo proporciona una nueva oportunidad para estudiar material que no se formó alrededor del Sol, lo que permite comparar la composición química y física de objetos que nacieron en otras partes de la galaxia.
“Cada objeto interestelar que encontramos es como un mensaje embotellado desde otro sistema estelar”, explicó la astrofísica Jennifer Tsai del Instituto de Estudios Espaciales de Harvard. “Estudiarlos nos da pistas sobre cómo se forman y evolucionan los planetas más allá de nuestro vecindario”.
Próximos pasos
Científicos de observatorios terrestres y espaciales se preparan para monitorear intensamente a C2025-Q1 en las próximas semanas, antes de que abandone el sistema solar para siempre. Ya se ha propuesto enviar una sonda de observación rápida, aunque su viabilidad dependerá del tiempo disponible y del presupuesto asignado por las agencias espaciales.
Mientras tanto, la comunidad astronómica celebra lo que ya se considera uno de los eventos científicos del año, y un nuevo recordatorio de que no estamos solos en la vastedad del cosmos.