El fútbol mexicano está de luto. Alberto Onofre, legendario mediocampista de las Chivas del Guadalajara y una de las mayores promesas del fútbol nacional para el Mundial de México 70, falleció este jueves 9 de enero a la edad de 77 años. La noticia fue confirmada por el Club Guadalajara mediante un comunicado en sus redes sociales, generando una ola de condolencias en el mundo deportivo.
Onofre será siempre recordado no solo por su talento en el campo, sino también por el trágico incidente que cambió el rumbo de su carrera. A tan solo cuatro días de iniciar la Copa del Mundo de 1970, sufrió una devastadora lesión durante un entrenamiento bajo la lluvia. En un desafortunado choque con su compañero José Manuel Alejándrez, se fracturó la tibia y el peroné de su pierna izquierda, quedando fuera del torneo y truncando las expectativas puestas en él como figura clave del Tri.
El impacto de su lesión fue tal que incluso antes de ser operado, Onofre pidió permanecer con la camiseta de la Selección Mexicana puesta, un gesto que demostró su amor y orgullo por representar a su país.
A pesar de este revés, Onofre continuó su trayectoria en el fútbol profesional, dejando un legado imborrable en las Chivas y consolidándose como una figura admirada tanto por su habilidad como por su fortaleza ante la adversidad. Su desempeño durante la temporada 69-70 lo había destacado como un centrocampista de técnica exquisita y visión única, considerado el motor del equipo dirigido por Raúl Cárdenas.
La noticia de su fallecimiento ha conmovido al mundo del fútbol. Excompañeros, aficionados y personalidades del deporte han expresado su admiración y pesar en redes sociales. “Hoy despedimos a un grande que siempre defendió los colores de Chivas y de México con orgullo. Gracias por todo, Alberto Onofre,” escribió un aficionado.
El legado de Alberto Onofre trasciende los campos de juego. Su historia es un recordatorio de que la grandeza de un futbolista no solo se mide por los trofeos ganados, sino por el impacto que deja en quienes lo siguen. Hoy, el fútbol mexicano pierde a un ícono, pero su memoria vivirá como ejemplo de pasión y resiliencia.
