El presidente de Rusia, Vladimir Putin, reconoció que el sistema de defensa antiaérea ruso estaba operativo el miércoles, cuando un avión de Azerbaijan Airlines se estrelló cerca de Aktau, Kazajistán. En conversación telefónica con su homólogo azerbaiyano, Ilham Aliyev, Putin ofreció disculpas por el incidente, ocurrido en espacio aéreo ruso, y expresó sus condolencias a las familias de las 38 víctimas.
Un accidente en contexto de ataques ucranianos
Putin explicó que en el momento del accidente, ciudades rusas como Grozny, Mozdok y Vladikavkaz estaban bajo ataque de drones ucranianos, lo que activó los sistemas de defensa. Sin embargo, el mandatario evitó asumir responsabilidad directa por el siniestro.
Por su parte, Aliyev señaló que la evidencia preliminar, incluyendo múltiples agujeros en el fuselaje y testimonios de pasajeros, sugiere que el avión sufrió “interferencia física y técnica externa” en espacio aéreo ruso.
Estados Unidos respalda las sospechas contra Rusia
Desde Estados Unidos, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, indicó que existen indicios de que sistemas de defensa aérea rusos pudieron haber derribado el avión. Testimonios de sobrevivientes y análisis iniciales refuerzan esta hipótesis.
Detalles del accidente
El Embraer 190, que cubría la ruta Bakú-Grozny, registró fallas críticas, incluyendo bloqueos de GPS y pérdida de comunicación, atribuidas al uso de sistemas de guerra electrónica rusos. Estas interferencias obligaron a desviar la nave hacia Aktau, donde se estrelló.
Investigación en curso
Putin insistió en la necesidad de una investigación “objetiva y transparente”, involucrando expertos de Rusia, Azerbaiyán, Kazajistán y Brasil. El proceso buscará esclarecer el tipo de arma utilizada y las circunstancias exactas del incidente.
Testimonios refuerzan teoría de ataque externo
Pasajeros sobrevivientes describieron estruendos y comportamientos anómalos en la aeronave antes del impacto. Una auxiliar de vuelo relató que las máscaras de oxígeno cayeron tras dos explosiones provenientes del exterior, contradiciendo versiones iniciales que atribuían el accidente a fallas internas.
El accidente pone nuevamente bajo escrutinio el uso de sistemas antiaéreos en zonas de conflicto, dejando en evidencia los riesgos para la aviación civil.