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Del “señor del suelo” al “rey autoritario”: Noroña, el símbolo que exigía justicia, ahora exige sumisión

Hubo un tiempo en que Gerardo Fernández Noroña era símbolo de lucha social. Su imagen, tirado en el suelo frente a Palacio Nacional en 1996, buscaba incomodar al poder y llamar la atención sobre el sufrimiento de miles de mexicanos endeudados tras el «error de diciembre». Era el “señor de los suelos”, el activista sin cargos, sin lujos y sin miedo. Su causa: defender a los olvidados del sistema financiero. Su herramienta: la protesta directa y radical.

Hoy, casi tres décadas después, ese mismo personaje que se enfrentaba al poder… es el poder.

De activista disruptivo a figura institucional

Las acciones de Noroña en los años noventa reflejaban un compromiso férreo con las causas sociales y una disposición inquebrantable a usar métodos de protesta no convencionales para visibilizar el dolor del pueblo. No le temblaba la voz para denunciar excesos, ni el cuerpo para acostarse en el pavimento si era necesario.

Pero en 2024 y 2025, el panorama ha cambiado radicalmente. El político que alguna vez criticó el uso de camionetas blindadas, los viajes al extranjero con cargo al erario, y el despilfarro de recursos públicos, ahora viaja a Francia en representación oficial. Un viaje que, por sí mismo, no tendría nada de malo… si no fuera porque esas acciones eran justamente su estandarte contra gobiernos anteriores. Su narrativa antielitista se ve hoy desdibujada por las decisiones que alguna vez llamó «privilegios del poder».

El caso de la disculpa pública: más que honor, un mensaje de advertencia

Más preocupante aún fue el reciente caso en el que, como presidente del Senado, Fernández Noroña obligó a un ciudadano a pedirle disculpas públicas, tras un altercado verbal en un aeropuerto. Aunque el procedimiento se dio por vías legales, el simbolismo fue claro y potente: un político que exige sumisión pública a quien se atreve a cuestionarlo.

Este hecho no es menor. No se trata solo de ego o de honor. Es un mensaje peligroso: “Cuidado con lo que dices del poder”.

Cuando un ciudadano es llamado a disculparse públicamente ante un funcionario, el equilibrio entre representados y representantes se rompe. Se distorsiona la relación democrática. La crítica, que debería ser parte del aire que respira una república, se convierte en terreno minado.

¿Qué nos dice esto como sociedad?

La transformación de Noroña es, en el fondo, el reflejo de una vieja tensión mexicana: el activista que, al llegar al poder, olvida el suelo del que surgió.

Esto no invalida sus luchas pasadas ni cancela su legado. Pero nos obliga a cuestionar la coherencia, la congruencia y el verdadero sentido del servicio público. Porque no se trata solo de llegar, sino de recordar por qué llegaste.

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