El conflicto en Siria, iniciado en 2011, comenzó con protestas pacíficas contra el régimen autoritario de Bashar al-Ásad, en el contexto de la Primavera Árabe. La violenta represión gubernamental escaló las manifestaciones a una guerra civil que involucró a múltiples actores, incluyendo grupos rebeldes, extremistas como el Estado Islámico, y potencias extranjeras como Estados Unidos, Rusia, Irán y Turquía.
Tras más de una década de lucha, el régimen de Bashar al-Ásad se debilitó significativamente, pero con apoyo militar de Rusia e Irán logró mantenerse en el poder. Sin embargo, el conflicto ha fragmentado al país, dejando zonas controladas por fuerzas opositoras, kurdas o extranjeras.
El costo humano ha sido devastador: más de 500,000 muertos, millones de refugiados y desplazados internos, y una grave crisis humanitaria. Aunque el régimen de al-Ásad ha perdido parte de su legitimidad y control, su caída total no se ha concretado, y Siria sigue enfrentando una recuperación incierta tras años de destrucción.
Este conflicto es uno de los más complejos y devastadores del siglo XXI.
Decenas de pro sirios -irrumpieron en la lujosa casa de Al Asad y la saquearon. Se informó que previo a eso, Al Asad huyó del país motivado por la falta de apoyo de Rusia.
