En el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), el interno Alex Alfredo Abrego Abrego cumple una condena de más de 1,500 años por su participación en múltiples asesinatos, secuestros y extorsiones como miembro de la Mara Salvatrucha (MS13). Este centro penitenciario, ubicado en El Salvador, simboliza la política de mano dura del presidente Nayib Bukele contra las pandillas, medidas que han transformado al país de uno de los más peligrosos del mundo a uno de los más seguros, según el Informe de Seguridad Global de Gallup.
Desde la declaración del Estado de Excepción en marzo de 2022, más de 84,000 personas han sido encarceladas, de las cuales 13,000 permanecen en el CECOT. En este recinto de máxima seguridad, las condiciones son rigurosas: luces encendidas 24/7, celdas compartidas por más de 40 internos sin privacidad y dietas básicas compuestas principalmente por carbohidratos.
Aunque organismos de derechos humanos critican estas medidas como violaciones a las garantías individuales, el 92% de los salvadoreños respalda la estrategia de Bukele, agradeciendo la percepción de libertad y seguridad restauradas. Figuras internacionales, como la ministra argentina Patricia Bullrich, han mostrado interés en replicar este modelo en sus respectivos países.
El CECOT, descrito como un «monumento a la justicia» por el ministro de Seguridad Pública Gustavo Villatoro, representa un enfoque extremo para combatir el crimen organizado. Sus críticos argumentan que las condiciones penitenciarias y la suspensión de derechos básicos desafían normas internacionales, mientras que sus defensores destacan la efectividad en la reducción de delitos violentos y la restauración del control estatal en áreas anteriormente dominadas por las pandillas.
La transformación de El Salvador bajo el mandato de Bukele continúa siendo un tema de debate global, entre quienes lo ven como un ejemplo de liderazgo firme y quienes cuestionan las implicaciones éticas y legales de sus políticas.