El Tribunal Penal de Aviñón dictó este jueves una sentencia histórica al declarar culpable a Dominique Pélicot, de 72 años, por cargos de violación agravada y otros delitos en perjuicio de su exesposa, Gisèle Pélicot. El tribunal lo condenó a 20 años de cárcel, la pena máxima permitida por la legislación francesa, tras un juicio que ha marcado un antes y un después en la lucha contra la violencia de género.
Una década de horror
Durante casi diez años, Pélicot drogó a su esposa con tranquilizantes y somníferos para que perdiera la consciencia, permitiendo que más de 50 hombres, reclutados por internet, abusaran sexualmente de ella. Las agresiones quedaron registradas en videos que Pélicot almacenaba en su computadora y que fueron descubiertos tras su detención en 2020.
Los otros 50 acusados en el caso, hombres de entre 26 y 74 años, recibieron condenas que oscilan entre 3 y 15 años de prisión por su participación en estos crímenes.
“La vergüenza debe cambiar de lado”
Gisèle Pélicot, quien ha mostrado una fuerza inquebrantable durante todo el proceso, declaró tras la sentencia:
La señora Pélicot también dedicó unas palabras a otras víctimas de violencia sexual:
Un símbolo de resistencia
A sus 72 años, Gisèle Pélicot se ha convertido en un símbolo nacional e internacional de resistencia y coraje. Su lucha ha inspirado a muchas personas y ha visibilizado la importancia de la justicia en casos de violencia machista. Medios franceses como L’Humanité dedicaron portadas en su honor, titulando: «Merci Madame» («Gracias, Señora»).
Un precedente en la lucha contra la violencia de género
Este juicio, considerado un punto de inflexión, no solo condenó los abusos cometidos contra Gisèle, sino también otros delitos perpetrados por Pélicot, como la captura de imágenes indecentes de su hija Caroline y de sus nueras.
La sentencia representa un mensaje claro contra la impunidad en casos de violencia de género y resalta la importancia de que la justicia esté del lado de las víctimas. La sociedad francesa, y el mundo, agradecen el valor de Gisèle Pélicot, cuyo testimonio marcó un antes y un después en la historia judicial y social.