La Ciudad de México, considerada un bastión urbano alejado de las dinámicas de violencia que aquejan otras regiones del país, se enfrenta a una realidad incómoda: la existencia de fosas clandestinas. Aunque la Comisión Nacional de Búsqueda reportó en 2018 que no se habían registrado fosas clandestinas en la capital, investigaciones independientes y esfuerzos ciudadanos muestran un panorama diferente.
Definición y contradicciones oficiales
Según la Secretaría de Gobernación, una fosa clandestina es un lugar donde se inhuman cuerpos o restos humanos de manera oculta, sin el conocimiento de las autoridades o con el propósito de desaparecer personas. Pese a esta definición, el Mapa de Hallazgos de Fosas Clandestinas (actualizado hasta 2018) no incluye registros en la Ciudad de México, un dato que contrasta con las evidencias recopiladas por colectivos de búsqueda y organizaciones civiles.
Hallazgos recientes
Durante la 4ta Brigada Regional Ajusco, realizada en noviembre, se localizaron 12 restos óseos que están siendo analizados por las autoridades. Este hallazgo se suma a otros registrados en meses anteriores, como los restos encontrados en marzo durante la búsqueda de Pamela Gallardo, desaparecida en 2017, en un predio de Tlalpan conocido como Cuatro Vientos.
En otra ocasión, el colectivo Armadillos Rastreadores denunció la falta de resguardo de un área en Gustavo A. Madero donde se hallaron huesos humanos cerca de juegos infantiles, evidenciando la negligencia en la preservación de estos sitios.
Las cifras detrás de la problemática
De acuerdo con un informe del Programa de Derechos Humanos de la IBERO, entre 2020 y 2022 se localizaron siete fosas clandestinas en la Ciudad de México. Otro monitoreo, realizado por la revista Nexos, identificó 11 fosas entre 2020 y 2023, que contenían los restos de 13 personas.
Contrario a la creencia de que estas fosas se encontrarían en zonas rurales o boscosas, los hallazgos han ocurrido en áreas urbanas, como Pedregal de Santo Domingo o la colonia Morelos. Según la experta Andrea Horcasitas, el 55% de las fosas se encontraron en jardines de inmuebles, y en la mayoría de los casos, las personas inhumadas eran propietarias del lugar.
La negación de las autoridades
A pesar de los datos presentados por organizaciones civiles, la respuesta gubernamental ha sido la negación de estos hallazgos. La falta de reconocimiento oficial no solo perpetúa la incertidumbre sobre el paradero de personas desaparecidas, sino que también dificulta el acceso a la justicia para sus familiares.
Una realidad alarmante
El caso de la Ciudad de México muestra que las fosas clandestinas no son un fenómeno exclusivo de zonas rurales o conflictivas. La evidencia señala una compleja red de desapariciones que trasciende los imaginarios tradicionales, reflejando la urgencia de un abordaje integral por parte de las autoridades.
Mientras las instituciones continúen negando esta problemática, la sociedad civil seguirá alzando la voz para exigir respuestas y justicia.
