Era una noche como cualquier otra para Ricardo, un chofer de Didi tranquilo, que disfrutaba del silencio de la ciudad iluminada por las luces de neón. Había tenido un día pesado, pero sabía que el trabajo nocturno era su escape. Sin embargo, esa noche, el destino tenía reservado un “viaje inolvidable”.
El viaje comenzó normal, pero pronto la conversación tomó un giro inesperado. Valeria comenzó a hablar de lo «interesante» que era conocer a Ricardo.
—Siempre me ha parecido emocionante esto de los viajes por aplicación. Nunca sabes quién estará detrás del volante… o qué podría pasar —dijo, jugando con su cabello.
Ricardo, cuya experiencia más emocionante hasta ahora había sido llevar a un grupo de fiesteros ruidosos, empezó a sudar frío. Intentó concentrarse en el camino pero la pasajera parecía tener otros planes.
—¿Siempre manejas tan… bien? —preguntó, inclinándose hacia adelante.
—Ehh… s-sí, claro, siempre trato de ser profesional —dijo, aunque sentía que el sudor le corría por la espalda.
—Supongo que podría pagarte con algo más. Siempre he querido cumplir una fantasía, y qué mejor que con un chofer guapo como tú… —dijo mientras jugaba con la tira de su bolso.
Ricardo entró en pánico. Su mente se llenó de imágenes de noticias y juicios imaginarios: «Chofer de Didi involucrado en escándalo con pasajera cachonda».
