Un atentado con explosivos sacudió esta mañana la estación central de Quetta, capital de Baluchistán, una región fronteriza con Afganistán e Irán conocida por su inestabilidad y presencia de grupos insurgentes. La explosión ocurrió en un andén abarrotado de pasajeros, generando pánico y caos en medio de una escena devastadora.
Según Wasim Baig, portavoz del hospital provincial Sandeman de Quetta, el número de fallecidos incluye a 14 miembros de las fuerzas armadas y a 12 civiles, elevando así el balance inicial proporcionado por la policía, que había reportado 26 muertos. Decenas de personas resultaron heridas, algunas en estado crítico, y están siendo atendidas en hospitales locales.
Las autoridades sospechan que el ataque podría haber sido orquestado por grupos militantes activos en la región, como el Ejército de Liberación de Baluchistán o incluso facciones del Talibán paquistaní, quienes han intensificado sus ataques en áreas sensibles de Baluchistán. Esta región, rica en recursos naturales, ha sido un punto de conflicto debido a la actividad de grupos separatistas y extremistas que buscan debilitar la autoridad del gobierno paquistaní.
El gobierno provincial ha ordenado un despliegue de seguridad en toda la zona, reforzando puntos estratégicos y aumentando la vigilancia en las estaciones de transporte público para prevenir futuros ataques. Asimismo, las investigaciones iniciales sugieren que los explosivos podrían haber sido colocados previamente en el andén y detonados de forma remota.
Este atentado subraya una vez más la tensa situación en Baluchistán, donde la violencia sectaria, los conflictos étnicos y los enfrentamientos entre fuerzas gubernamentales y militantes se han vuelto comunes. A nivel nacional, la preocupación crece en torno a la capacidad del gobierno para asegurar la región, especialmente con la proximidad a dos fronteras complicadas como Afganistán e Irán.
El primer ministro ha condenado el ataque, llamando a la unidad y a la paz, mientras las familias de las víctimas esperan respuestas.