El dictador venezolano no podía permitir que el voto popular lo eyectara del poder y lo despojara de la impunidad con que se manejó durante años. Por eso ejecutó, gracias al aparato estatal, una estafa electoral colosal que indigna al mundo.
- El operativo del fraude: Las actas electorales mostraron una victoria abrumadora y esperada para Edmundo González Urrutia, quien debía ser el nuevo presidente según la voluntad popular. La ventaja era mayor a 30 puntos porcentuales, reflejando las encuestas independientes. Sin embargo, la dictadura de Nicolás Maduro y su círculo cercano tenía otros planes. Comenzaron a difundir encuestas falsas que mostraban una improbable victoria del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), respaldadas por figuras como Rafael Correa y Evo Morales, basadas en un sondeo hecho por una empresa fantasma.
- Motivos para mantenerse en el poder: El régimen chavista no iba a permitir que millones de votos los despojaran del poder y los beneficios acumulados a lo largo de décadas. Las amenazas legales son significativas: la Corte Penal Internacional (CPI) investiga a Maduro por crímenes contra la humanidad, con informes detallados de desapariciones forzadas antes de las elecciones. Además, enfrenta cargos de narcotráfico por parte de la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, que lo acusa de liderar el Cartel de los Soles en complicidad con las FARC. Su captura tiene un precio de 15 millones de dólares, lo que haría muy probable una prisión bajo otro gobierno.
- Apoyos y alianzas internacionales: El chavismo ha mantenido relaciones estrechas con Rusia, China, Irán, Cuba, Nicaragua y Bolivia. Estos aliados le han permitido resistir las sanciones internacionales y continuar con su régimen. La entrega de recursos naturales a cambio de protección internacional demuestra el doble estándar del chavismo, que se somete a otras potencias mientras denuncia la injerencia imperialista estadounidense.
- Estructura de poder y corrupción: La estructura de poder del chavismo es gigantesca, y desarmarla sería un desafío colosal para cualquier nuevo gobierno. Los cargos en la justicia, fuerzas armadas, inteligencia, misiones diplomáticas y empresas estatales están ocupados por leales al régimen. Reemplazarlos sería difícil y peligroso, ya que muchos podrían traicionar a sus superiores y revelar las corrupciones del Socialismo del Siglo XXI. Este riesgo es uno de los principales motivos por los cuales el chavismo no puede dejar las urnas a su suerte.
A lo largo de sus 25 años en el poder, el chavismo ha soñado con una revolución bolivariana que se extienda por todo el mundo. Sin embargo, la realidad es que han sometido al país a una dictadura corrupta y represiva, manteniéndose en el poder a través de fraudes y alianzas internacionales cuestionables.
