Henry Kissinger, quien falleció a los 100 años, desempeñó un papel clave en la política exterior de Estados Unidos durante más de medio siglo, dejando una profunda huella en un período de convulsiones políticas, sociales y militares. Su estilo diplomático alternó entre la negociación fina y moderada y tácticas más duras, ganándose críticas y elogios a lo largo de su carrera. Desde su participación en las conversaciones de paz en Vietnam hasta la apertura de relaciones con China, Kissinger marcó una era, pero también fue señalado por su apoyo a regímenes dictatoriales en América Latina.
Nacido en Alemania en 1923, Kissinger emigró a Estados Unidos en su juventud y se convirtió en un académico destacado antes de ingresar al servicio militar. Su carrera política despegó en la década de 1950, y fue un colaborador cercano del presidente Richard Nixon. Como asesor de seguridad nacional y posteriormente como secretario de Estado, jugó un papel fundamental en la Guerra de Vietnam y en la apertura de relaciones con China.
Aunque recibió elogios por sus logros diplomáticos, como el Premio Nobel de la Paz por su papel en las conversaciones sobre Vietnam, también fue objeto de críticas. Se le responsabiliza por su participación en el Plan Cóndor, que apoyó dictaduras militares en América Latina, y por su papel en el derrocamiento del gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende en Chile.
La dualidad de Kissinger, con sus éxitos diplomáticos y su apoyo a acciones controvertidas, refleja las complejidades de la política internacional y su impacto en la historia contemporánea. Su muerte marca el final de una era y despierta debates sobre su legado y su influencia duradera en la política mundial.