La cruda realidad de muchas personas se manifiesta en las noches que se ven obligadas a pasar a la intemperie frente a las instalaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Estos individuos, en su mayoría provenientes de otras localidades, a menudo carecen de abrigo o mantas para protegerse del frío implacable. Un ejemplo de esta angustiante situación es el testimonio de la señora Irene, originaria de Aldama, Chihuahua, quien comparte una experiencia desgarradora que comenzó el pasado domingo.
La odisea de Irene inicia cuando su esposo requiere atención médica de urgencia debido a fuertes dolores abdominales. Sin embargo, hasta la fecha, no han recibido una respuesta adecuada por parte del personal del IMSS. La falta de atención médica y la indiferencia han sumido a esta familia en una profunda angustia.
Irene también denuncia el trato hostil por parte de los encargados de la puerta de acceso a la zona de urgencias. Se les niega el acceso al baño y son víctimas de palabras despectivas que empeoran aún más su situación. Además, señala que los conectores eléctricos han sido retirados en la zona de urgencias, lo que impide cargar los teléfonos celulares, una conexión vital con el mundo exterior. De manera indignante, junto al hospital, se cobra una tarifa de 100 pesos por cargar dispositivos móviles, lo que agrega una carga económica adicional a la desesperante situación de estas personas.
La señora Irene relata que, día tras día, gasta más de 400 pesos en alimentos y en lo necesario para su esposo, incluyendo cobijas y abrigos, ya que se ve forzada a dormir a la intemperie debido a la negativa de ingresar al hospital. Su historia es solo una de las muchas experiencias similares de personas que acuden a urgencias en la Clínica Morelos del IMSS. Esta situación plantea preguntas sobre la calidad de la atención médica y la dignidad con la que se trata a los pacientes en una institución de importancia crítica como el IMSS.
